Se ha estado escuchando, viendo y leyendo a diversos analistas de nuestro medio sobre la imperiosa necesidad de consumir menos y ahorrar más durante el 2009, bajo el argumento de que si ahorramos vamos a tener dinero para afrontar temporadas de “vacas flacas”.
Este argumento es correcto cuando nos referimos a una sola familia o unas pocas familias, sin embargo, si trasladamos este “consejo” al conjunto de la economía del país pidiéndole a todos los agentes económicos que disminuyan sus niveles de consumo lo único que provocaríamos es profundizar la recesión para convertirla, tal vez, en una depresión económica con características catastróficas.
Paul Samuelson, premio Nóbel de Economía le da el nombre de falacia de la composición cuando ‘suponemos que lo que es cierto de una parte también lo es del todo’. Falacia hace referencia a falsas creencias.
Ilustraré este punto con un sencillo ejemplo: imaginemos que un campesino que produce papas de pronto incrementa notablemente su producción. Esto sin duda alegrará al campesino ya que recibirá mayor cantidad de dinero por haber producido mayor cantidad de papa en la misma cantidad de terreno, sin incrementar su tecnología y mano de obra. Pero si todos los campesinos de Bolivia incrementan bruscamente su producción de papa utilizando la misma tecnología y la misma cantidad de mano de obra el efecto sería negativo, ya que lo que sucedería es un incremento de la oferta de papa, por lo que el precio de la misma disminuiría notablemente y los campesinos no recibirían la cantidad de dinero que desean por ese brusco incremento de su producción. Se daría la falacia de la composición cuando suponemos que si le va bien a un campesino por su incremento en la producción le irá bien a los demás, manteniéndose la demanda de papas sin cambios.
Ahora veamos como se da esta falacia actualmente en nuestro país: el Producto Interno Bruto (PIB) se mide de varias maneras, pero las más conocidas son medir el PIB a través de la actividad económica y también mediante el tipo de gasto que realizan las familias, las empresas y el gobierno, además de las relaciones con el resto del mundo. El Producto Interno Bruto según tipo de gasto tiene la siguiente composición:
PIB = Gasto Público + Consumo de las Familias + Inversión Fija + Exportaciones - Importaciones
El Gasto de Consumo de las Familias desde el 1997 al 2008 ha representado en términos promedios el 73% del total del PIB en Bolivia. Si se alienta a que dicho consumo disminuya significará que las personas comprarán menores cantidades de carne de res, papa, cebolla, fideo, poleras, pantalones, vehículos, etc. por lo tanto el nivel de gasto de consumo disminuirá y con ello el conjunto de la actividad económica será afectado con mayor profundidad. Esto haría que pierdan los carniceros, los cultivadores de papa, las fábricas de fideos, los confeccionistas de ropa, los importadores de vehículos, mecánicos, etc.
Promover la disminución de consumo de las familias en épocas recesivas es como hacerse harakiri, ya que este tipo de medidas es totalmente pro cíclico, es decir, son medidas que tienden a agravar la crisis, por lo que se tienen que tomar medidas anti cíclicas, es decir, medidas que ayuden a los agentes económicos en su conjunto a salir de la crisis.Esto nos muestra que la solución para la crisis no es disminuyendo el consumo, sino incentivando la producción, pero los productores deben tener la certeza de que los consumidores (familias, empresas, gobierno y sector externo) comprarán sus productos.
Este argumento es correcto cuando nos referimos a una sola familia o unas pocas familias, sin embargo, si trasladamos este “consejo” al conjunto de la economía del país pidiéndole a todos los agentes económicos que disminuyan sus niveles de consumo lo único que provocaríamos es profundizar la recesión para convertirla, tal vez, en una depresión económica con características catastróficas.
Paul Samuelson, premio Nóbel de Economía le da el nombre de falacia de la composición cuando ‘suponemos que lo que es cierto de una parte también lo es del todo’. Falacia hace referencia a falsas creencias.
Ilustraré este punto con un sencillo ejemplo: imaginemos que un campesino que produce papas de pronto incrementa notablemente su producción. Esto sin duda alegrará al campesino ya que recibirá mayor cantidad de dinero por haber producido mayor cantidad de papa en la misma cantidad de terreno, sin incrementar su tecnología y mano de obra. Pero si todos los campesinos de Bolivia incrementan bruscamente su producción de papa utilizando la misma tecnología y la misma cantidad de mano de obra el efecto sería negativo, ya que lo que sucedería es un incremento de la oferta de papa, por lo que el precio de la misma disminuiría notablemente y los campesinos no recibirían la cantidad de dinero que desean por ese brusco incremento de su producción. Se daría la falacia de la composición cuando suponemos que si le va bien a un campesino por su incremento en la producción le irá bien a los demás, manteniéndose la demanda de papas sin cambios.
Ahora veamos como se da esta falacia actualmente en nuestro país: el Producto Interno Bruto (PIB) se mide de varias maneras, pero las más conocidas son medir el PIB a través de la actividad económica y también mediante el tipo de gasto que realizan las familias, las empresas y el gobierno, además de las relaciones con el resto del mundo. El Producto Interno Bruto según tipo de gasto tiene la siguiente composición:
PIB = Gasto Público + Consumo de las Familias + Inversión Fija + Exportaciones - Importaciones
El Gasto de Consumo de las Familias desde el 1997 al 2008 ha representado en términos promedios el 73% del total del PIB en Bolivia. Si se alienta a que dicho consumo disminuya significará que las personas comprarán menores cantidades de carne de res, papa, cebolla, fideo, poleras, pantalones, vehículos, etc. por lo tanto el nivel de gasto de consumo disminuirá y con ello el conjunto de la actividad económica será afectado con mayor profundidad. Esto haría que pierdan los carniceros, los cultivadores de papa, las fábricas de fideos, los confeccionistas de ropa, los importadores de vehículos, mecánicos, etc.
Promover la disminución de consumo de las familias en épocas recesivas es como hacerse harakiri, ya que este tipo de medidas es totalmente pro cíclico, es decir, son medidas que tienden a agravar la crisis, por lo que se tienen que tomar medidas anti cíclicas, es decir, medidas que ayuden a los agentes económicos en su conjunto a salir de la crisis.Esto nos muestra que la solución para la crisis no es disminuyendo el consumo, sino incentivando la producción, pero los productores deben tener la certeza de que los consumidores (familias, empresas, gobierno y sector externo) comprarán sus productos.
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