El triunfo de las malas ideas
La
crisis económica en curso es un tema de todos los días en Estados Unidos y
Europa principalmente, donde los letrados en economía, tratan de dar fórmulas
cada vez más inverosímiles para salir de la misma.
En tal
sentido, el periodo transcurrido desde el 2008 hasta la actualidad ha sido un
verdadero laboratorio para el análisis de los ciclos económicos para todos
aquellos que nos emocionamos al estudiar su evolución, causas y efectos a
través del tiempo.
Continuamente
se piensa que en Bolivia no existen buenos economistas que puedan dar
soluciones de corto, mediano y largo alcance a los problemas estructurales que
tenemos. Sin embargo la Ciencia Económica brinda interesantes respuestas, por
lo tanto ¿dónde radica la dificultad?
Podríamos
buscar chivos expiatorios en distintos lugares y con las más diversas
características y colores, pero lo que sí podemos aseverar es que los
encargados de tomar las decisiones económicas son los políticos en Bolivia y es
allí donde muchos economistas se han movido en las antípodas de posiciones
execrables, ya que unos son totalmente seguidores línea por línea del
pensamiento oficialista y otros son irracionalmente contrarios a todo lo que
haga el gobierno sea esto bueno o malo, dejando de lado lo que tendrían que
saber. En ese sentido, quien muchas
veces paga las consecuencias, aunque ni se entera, es el ciudadano común que
busca análisis interpretativos de una realidad económica que tiendan por lo
menos a tener cierto grado de consistencia y que las mismas le sean
significativas.
El 2009
un reconocido economista cruceño dijo que debíamos ajustarnos los cinturones,
consumir menos para ahorrar más. El colega cometió algo conocido como la
falacia de la composición, es decir, creer que lo que es cierto para una parte
lo será para el todo. Si todos tratan de recortar sus gastos de consumo, el
ingreso total disminuirá y por ende el desempleo aumentará. Ese mismo año, Lula
da Silva alentaba a las familias brasileñas a no disminuir el consumo de bienes
para no dañar la producción de bienes y servicios. ¿Notan la diferencia?
Hoy
estamos en una etapa de crecimiento económico en Bolivia y se necesitan
planteamientos serios, congruentes, pragmáticos y sostenibles desde todas las
posiciones ideológicas, económicas y políticas para evitar a toda costa que las
malas ideas triunfen o sigan triunfando.
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