martes, 8 de enero de 2013

El triunfo de las malas ideas


El triunfo de las malas ideas

La crisis económica en curso es un tema de todos los días en Estados Unidos y Europa principalmente, donde los letrados en economía, tratan de dar fórmulas cada vez más inverosímiles para salir de la misma.

En tal sentido, el periodo transcurrido desde el 2008 hasta la actualidad ha sido un verdadero laboratorio para el análisis de los ciclos económicos para todos aquellos que nos emocionamos al estudiar su evolución, causas y efectos a través del tiempo.

Continuamente se piensa que en Bolivia no existen buenos economistas que puedan dar soluciones de corto, mediano y largo alcance a los problemas estructurales que tenemos. Sin embargo la Ciencia Económica brinda interesantes respuestas, por lo tanto ¿dónde radica la dificultad?

Podríamos buscar chivos expiatorios en distintos lugares y con las más diversas características y colores, pero lo que sí podemos aseverar es que los encargados de tomar las decisiones económicas son los políticos en Bolivia y es allí donde muchos economistas se han movido en las antípodas de posiciones execrables, ya que unos son totalmente seguidores línea por línea del pensamiento oficialista y otros son irracionalmente contrarios a todo lo que haga el gobierno sea esto bueno o malo, dejando de lado lo que tendrían que saber.  En ese sentido, quien muchas veces paga las consecuencias, aunque ni se entera, es el ciudadano común que busca análisis interpretativos de una realidad económica que tiendan por lo menos a tener cierto grado de consistencia y que las mismas le sean significativas.

El 2009 un reconocido economista cruceño dijo que debíamos ajustarnos los cinturones, consumir menos para ahorrar más. El colega cometió algo conocido como la falacia de la composición, es decir, creer que lo que es cierto para una parte lo será para el todo. Si todos tratan de recortar sus gastos de consumo, el ingreso total disminuirá y por ende el desempleo aumentará. Ese mismo año, Lula da Silva alentaba a las familias brasileñas a no disminuir el consumo de bienes para no dañar la producción de bienes y servicios. ¿Notan la diferencia?

Hoy estamos en una etapa de crecimiento económico en Bolivia y se necesitan planteamientos serios, congruentes, pragmáticos y sostenibles desde todas las posiciones ideológicas, económicas y políticas para evitar a toda costa que las malas ideas triunfen o sigan triunfando.

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