En éstas épocas o tal vez antes, los comerciantes ya están haciendo los aprestos para conseguir al mejor precio posible los juguetes, electrodomésticos, ropa, joyas, etc., que venderán durante las fiestas de fin de año; sin embargo, un elemento vital que los mismos deben considerar es el régimen cambiario vigente en nuestro país. El régimen cambiario determina el valor de nuestra moneda, frente a otras tales como el dólar, euro, peso chileno, sol peruano, peso argentino, etc.
Si se tiene un régimen cambiario fijo, entonces, significaría que nuestra moneda tendría un mismo valor en el tiempo por lo que los comerciantes no tendrían que preocuparse por el precio de su moneda con relación a otras, ya que no habría fluctuación de las mismas. Si se tiene un régimen cambiario flotante, el comerciante tendría que tomar precaución ya que posiblemente tenga que reservar un monto mayor de dinero para hacer sus compras.
Estos aspectos mencionados se repiten en todas las actividades económicas y el tipo de cambio es un elemento esencial del análisis de política económica en cualquier país.
Actualmente se identifican no menos de tres regímenes de cambiarios:
Regímenes de paridad fija (paridad dura). Dentro de este modelo existen dos categorías:
Uso obligatorio de la moneda de otro país, como sucede en Panamá
La regulación mediante Ley que ordena a la autoridad monetaria a tener un stock de reservas en moneda extranjera que como mínimo alcance a la cantidad de dinero en circulación más las reservas bancarias (como sucede en Hong Kong que tiene una caja de conversión)
Tiene acompañamiento de una política fiscal y se espera que no existan procesos inflacionarios fuertes, sin embargo no tienen una política monetaria flexible por lo que sus tasas de interés están regidas por las tasas de interés del país con el cual tienen anclaje monetario.
Regímenes de paridad fija pero con mayor flexibilidad (paridad blanda). Es un régimen que tiende a ser intermedio donde el valor de la moneda local se mantiene estable frente a una moneda ancla o una cesta de monedas. El tipo de cambio puede vincularse al ancla dentro de una banda estrecha (+1% o –1%) o amplia (de hasta +30% o –30%) y, en algunos casos, la paridad fluctúa a lo largo del tiempo, dependiendo por lo general de las diferencias entre las tasas de inflación de los países. Costa Rica, Hungría y China utilizan este sistema. Este sistema da cierta flexibilidad a la política monetaria para combatir shocks, pero son vulnerables a las crisis financieras y no suelen durar mucho tiempo.
Regímenes de flotación. Aquí lo que se busca es que sea el mercado quien determine el tipo de cambio, tal como sucede en Bolivia.
Existen dos categorías:
Flotación dirigida. El banco central interviniendo, lo hacen fundamentalmente comprando o vendiendo divisas y pagándola con moneda local, evitando de esta manera mayores fluctuaciones en el corto plazo.
Flotación independiente. El banco central casi nunca interviniendo, son países donde se observa una escasa o nula intervención del banco central, tal como sucede en la zona del Euro, Estados Unidos, Suecia, Islandia, etc.
En la actualidad, 48 países tienen, efectivamente, una paridad fija; 60, una paridad fija más flexible; y 79, un tipo flotante.
Desde 1990, aunque especialmente desde 2001 diversos países han ido abandonando posiciones de paridad blanda hacia posiciones más flotantes acercándose cada vez más a una flotación dirigida ya que la misma da más estabilidad, a diferencia de la flotación libre que es considerada poco viable, ya que la misma es afectada fuertemente por las deficiencias del mercado financiero, la inflación y las expectativas de crecimiento económico.
Estudios del Fondo Monetario Internacional (www.imf.org) dan cuenta que en el largo plazo habrá una tendencia cada vez más marcada a crear bloques de moneda (dólar, euro y yen) aunque su principal dificultad será tener una política monetaria rígida dentro de las naciones que componen ese bloque.
Bolivia ya es parte de Unasur y uno de los proyectos que tiene dicho bloque es poder tener una moneda común, tal como sucede en Europa. Sin embargo, dicha decisión quitaría independencia a la política monetaria y cambiaria, aunque beneficiándonos de la simplificación de las transacciones internacionales
Hoy Bolivia tiene que dejar su extremo anclaje hacia el dólar y diversificar su riesgo con una cesta de monedas cada vez más amplia. Esto se tiene que dar tanto a nivel del Banco Central de Bolivia, como de los agentes económicos, donde muchas de las iniciativas del BCB no se las conoce.
Se le tiene que enseñar al comerciante, al cual nos hacíamos referencia al inicio a saber operar con una amplia cesta de monedas y no vivir a expensas del monopolio del dólar para poder darle más certidumbre en las transacciones que harán cuando ya se avecina la esperada Navidad.